lunes, 10 de octubre de 2011

Frankfurt


(cuento)


Todos los años viene a visitarme.
Nos conocimos hace diez, nueve, en un peep show de la Kaiserstrasse, donde yo trabajaba en ese entonces.
Él habla bien inglés, me parece, pero yo no tanto, así que nuestra comunicación se limita a lo indispensable, que es muy poco. Qué risa, se me acaba de ocurrir algo estúpido, obvio: antes me pagaba en marcos y ahora en euros, cien euros; no me acuerdo cuánto era en marcos, cómo pasa el tiempo.
Es un poco raro. No se parece a esos aburridos empleados de la Bolsa, con impecables trajes de Hugo Boss, que empiezan a caer por acá ya a la tardecita, antes de que anochezca. Frankfurt es una ciudad gris y fría, todo el año... Alguna gente está muy a tono con la ciudad.
Él es editor, me contó. Viene todos los años a la Feria del Libro. Igual no entiendo muy bien qué es lo que hace. Le dije una vez que no tenía idea de qué me hablaba, pero era mentira, sólo quería hacerme la dura: a veces voy a la Feria; me gusta el olor de las alfombras, del material con que están hechos los puestos, de los libros. Yo quería estudiar literatura. Bueno, también quería ser monja. Pero no creo que deba contarle esto, justo a él. Además, ¿a quién le interesa lo que siente una puta? Quizás a él sí... Es amable, pero a veces adopta una actitud que él debe creer violenta, recia. No tiene idea. Una vez lloró después, como si estuviera traicionando a alguien o a algo.
Hace el amor (sé que es una manera de decir) lentamente. Cuando termina, le digo “Hasta el año que viene”, pero él no contesta, sólo sonríe. Tiene una linda sonrisa triste. Se viste despacio. Al final, se pone el cuellito blanco, no sé cómo se llama, de esos que usan ellos, y se va. Apenas saluda.

(Publicado en Grageas, 100 cuentos breves de todo el mundo, Sergio Gaul vel Hartman comp., Buenos Aires, 2007.) 


2 comentarios:

  1. Qué lindo cuento. La voz de la mujer es bella, tiene un dejo pueril y en ciertos momentos, me pareció la voz de la ciudad. Me la imagino como una de esas putas preciosas, albanas o croatas, de las esquinas del Tiegarden en Berlin.
    Saludos, nos vemos en TW.

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  2. ¡Gracias! Sí, verdad, es la voz de la ciudad, como en Hiroshima mpn amour: "Mi nombre es Hiroshima...", etc.

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