Johanissberg,
el nombre del pueblito, significa algo así como “colina de (san) Juan”. También
es el nombre del castillo que domina, precisamente desde la colina, un hermoso
paisaje que desciende, por los viñedos, hacia el Rin. El Schloss, en realidad,
no es exactamente un castillo, sino más bien una mansión, y no muy antigua. Sí
lo es la capilla que la flanquea.
Según me
cuenta mi anfitrión, el Schloss ya fue vendido a un multimillonario, pero la
última baronesa Von Metternich aún habita un ala del edificio, privilegio que
cesará con su muerte, quizás próxima.
Mientras
tanto, la muy anciana señora, que responde (si oye) al bello nombre de Tatiana,
conduce un impecable, modernísimo BMW por las colinas y los valles del lugar,
una y otra vez, saludando amablemente a los pobladores, que en otros tiempos
hubieran sido sus vasallos, y escribe versos que publica en lujosas ediciones de autor.
Mi
anfitrión, como sacerdote del pueblo, ha merecido un ejemplar, dedicado, cuyas tersas
hojas recorro, sin entender.
Sitio oficial del Schloss Johannisberg.
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