viernes, 4 de noviembre de 2011

Lorch





Mi anfitrión me lleva a Lorch, otro pueblo a orillas del Rin.
En realidad, primero pasamos por un supermercado. El padre Pablo carga mercadería en grandes cantidades. Leche, yogures, chocolates.
En Lorch vive una pareja con tres chicos. Refugiados de la ex-Yugoslavia. El Estado les paga un subsidio, o algo así. Les alcanza para poco pero, por un momento, aun sabiendo que es absurdo, inadmisible, los envidio. La casa es muy linda, por fuera. El pueblo y sus alrededores son espectaculares, como todo en la zona.
Él es muy blanco y rubio, ya habla bastante alemán. Ella es más morena. ¿Bosnia? No alcanzo a entender. Habla poco alemán. Los chicos parecen bastante alegres.
El padre Pablo los ayuda con provisiones, sobre todo para los chicos. También los lleva a un hospital cercano. Hay uno que está enfermo.
El muchacho hace algunas changas, no sé de qué, pero gana muy poco.
Cuando volvemos, en el coche, mi anfitrión me cuenta algunas cosas más. Él fue soldado, claro. A ella le mataron al padre y a dos hermanos, ante sus ojos, en un par de segundos. Me imagino cómo sobrevivió. Y por qué.
El padre Pablo me dice que hacen terapia. Después sacude la cabeza y mueve la mano con la que no maneja, en un gesto vago hacia lo que no puede ni quiere entender del mundo.













(fotos mías)

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