domingo, 22 de enero de 2012

Bingen


Por bastante tiempo creí que estaba en Bingen, pero resulta que esta ciudad, célebre precisamente por santa Hildegarda, está “del otro lado” del Rin (respecto de Johannisberg). 

Abadía de Bingen
 Así que estuvimos, en realidad, en Eibingen, que está “de este lado”. Hay allí un monasterio hermoso, con paredes de piedras marrones y dos torres triangulares; cerca, una iglesia de peregrinación. (Ésta es la verdaderamente antigua, aunque no lo parezca; el monasterio aquél data apenas de principios del siglo XX; como muchos similares, fue construido en estilo “imitación románico”.)

Abadía de Bingen (entrada)

 Todo recuerda a unas de las santas nacionales alemanas, de la Edad Media, feminista avant la léttre, autora de canciones y poemas místicos en una época no precisamente muy proclive a aceptar esas cosas en las mujeres. También es una precursora de la medicina natural, aunque esto me suena más raro.

Claustro de Bingen
Claustro de Bingen - Estatua de santa Hildegarda
Hay varias estatuas que la recuerdan, y el monasterio tiene hermosos frescos y una “tipografía” muy peculiar en las paredes. Le saqué fotos porque quizás pueda usarla algún día: deformación profesional, goce suplementario.


Interior de la abadía
Estas iglesias quedan entre el Rin, que se ve allá abajo, siempre hermoso, y las colinas repletas de vides que son características de la región. Uno no sabe con qué quedarse o qué mirar. Claro, es un paisaje esencialmente romántico pero, pensando en santa Hildegarda y otros de su estirpe, no hay dudas de que también es un paisaje místico.
Sólo hay que imaginar los inviernos helados y los otoños brumosos de la zona; las noches prematuras que parecen también eternas; la humedad que todo lo penetra; el sol escaso, pero que cuando sale parece una bendición especial, simbolizada en el brillo de las uvas pletóricas.
Todo esto remite a estados de ánimo muy especiales, no es ningún descubrimiento ni pretendo que lo sea. Los románticos eran místicos a su modo, aunque a veces sobreactuaban.
Me acuerdo un poco de lo que dice Bjork sobre Islandia: en lugares así, en donde siempre parece ser de noche, no se puede hacer mucho más que beber, cantar y hacer el amor. Acá, a orillas del Rin, podemos ver el vino, la música y, a su manera, el abrazo erótico que, románticos o místicos, los famosos de la zona prodigaban a su manera.


Algunos links sobre santa Hildegarda de Bingen






(Todas las fotos son mías.)

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